27 de diciembre de 2010

" Y ahí estaba yo, viendo como se iba alejando lentamente el hombre de mi vida, viendo como en menos de cinco segundos doblaría la esquina y ya no lo volvería a ver jamás. Quería gritarle que volviera, que estaba enamorada de él, quería gritarle ese “te quiero” que tan pocas veces le había dicho, ese que él me pedía a gritos que le dijera y el mismo que por no decírselo lo había acabado matando por dentro, quería darle aquel beso de despedida que acababa de rechazarle. Pero una vez más mi orgullo estaba actuando por mí…”

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